Otra vez.
No hay nada y me agarro a lo único que queda: un clavo ardiendo.
El mismo que hincaste en la poca cordura que conservaba.
Y quema, y me voy a caer.
Y entonces qué.
No te atreverás a asomarte y ver los pedazos que queden de mí.
O sí.
No lo sé.
Conozco a tu valentía de oídas.
Y dónde está el frío cuando más lo necesito.
Dónde estoy.
Encuéntrame.
Antes de que me pierda del todo.
Antes de que me encuentre yo.
O no lo hagas.
Tampoco hay nada que merezca la pena aquí.
No sé.
Algún día te susurraré todo lo que me estoy callando.
O no.
Joder.
(Pausa)
La última vez que caí tuve que matar a mi musa.
Pero, amor, tú en mí ya eres inmortal.
No importa si caigo o no.
Y voy a estamparme de lleno en tus dudas.
¿No lo ves?
Y ojalá se rompan y te aclares,
sin romperte.
Mejor olvida todo esto.
Simplemente no te rompas.