miércoles, 31 de julio de 2013

Vuelvo a acabar.

Dicen de los corazones rotos
que tienen arreglo.
Que es necesaria una rehabilitación que implica tiempo.
Y que,
tal vez,
implique otro corazón,
entero,
para colocar las tiritas en las heridas más difíciles.

Qué sé yo.
Juego a creérmelo, pero.

Dicen que sonreír
mientras te rompen el corazón
es de locos.
Yo te sonreí
y ni te enteraste de los cachitos,
de mi corazón,
de mi coraza,
que quedaban esparcidos por el suelo.

(Pausa)

¿Qué pasa si se rompe un corazón
que ya estaba roto?

Nadie me responderá,
pero,
seguro que se atreven a decir que,
algún día,
el mío se arreglará.
Ilusos.

Verás,
hace mucho
dejé de creer que mi corazón
merecía la pena.
Y, por tanto,
cualquier intento de juntar sus pedazos
resultaría innecesario.


Dicen de los corazones rotos
que tienen arreglo.
Te digo yo que el mío
no sale de esta.

viernes, 12 de julio de 2013

4:17. No lo tengo claro.

No fui tuya.
Ni soy mía.

Fui ese corazón que rompí una vez,
dos veces,
esa batalla perdida que me empeñé en luchar,
para acabar perdiendo, aunque,
cariño,
no mereciste tanto la pena.

Soy el parpadeo de los faros de un coche
antes de estrellarse.
Y soy la colisión de después.

Soy los restos de un verano que se cargó el invierno.
Y se quedó a vivir,
en mí.

Y qué putada, ¿eh?

Porque después me convertí en el tiempo que hay
desde que te tiras del acantilado
hasta que te ahogas en tu propia mierda.
Y también en el tiempo que dejarías que invirtiese
navegando
por tu espalda.

Aunque, todo eso pierde sentido,
porque soy del reloj que no tengo.

(Pausa)

Joder.

Soy el monstruo que dormiría a tu lado,
el que acojonaría al que se esconde
debajo de tu cama.

Soy la poesía que escribo,
pero no soy poesía.

Soy lo que no buscas y aparece de la nada.
Soy la nada que forma parte de un todo.
Un todo que todavía nadie ha sido
capaz
de ver en tus ojos.