Robé y quemé
tu alma.
¿Es eso lo que hacen
los demonios?
No te diste cuenta.
De que me dibujaba,
sin espinas,
en tu espalda,
a 10 centímetros de
tu cuello;
10 candados de tu corazón.
Tal vez
las olvidé
el día de después
de besarte
a muerte de miocardio.
Más tarde,
mi sombra difunta,
vagó
por labios insospechados,
lenguas vírgenes
de cuarentena por desastre.
Y sabes que.
¿Sabes qué?
Encontró
mentes vacías
de sentimiento.
Me lo confesó.
Y sólo pude decirle que
”No es el momento."
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